16 dic 2012

El trabajo del historiador: acceder a las fuentes de los Archivos.


En el trabajo de investigación de un historiador, nos enfrentamos al reto de buscar fuentes para nuestros estudios. Hasta ahí, nada que no se asemeje a cualquier otra disciplina que pretenda hacer investigación.

El lugar de procedencia de dichas fuentes suelen ser, principalmente, los Archivos y las Bibliotecas y el material del que arrancan dichas investigaciones parten de documentos que suelen estar catalogados, índizados y con suerte informatizados.

Lo curioso del caso, es el acceso a dichos lugares. No todos pueden acceder a la documentación que se custodia en los archivos, que son la base de lo que me he ocupado en esta entrada.

Recuerdo que para un trabajo de medieval, en el que se hacía necesario la consulta de actas notariales, necesitaba un permiso especial que debía otorgármelo el mismo profesor que me empujaba a investigar dentro del archivo. Y lo más curioso, es que dicho permiso me limitaba el acceso al material. Sólo podía acceder a lo que el permiso pertinente me daba pase. Desde luego, hablo de un archivo público.

Sin embargo, aunque lo público no parezca suficiente para las alas del investigador,  también está el privado. Esos archivos suelen estar mejor conservados, pero su accesibilidad no vale con la extensión de un documento por parte del tutor de turno que garantice que yo sólo estoy investigando y que ese es mi único propósito. En este tipo de archivos juega un papel importante lo que algunos llaman “encanto personal”. En algún sitio leí que ganarse al personal encargado de este tipo de archivos de titularidad privada suele ser fundamental para acceder a su documentación. Como solía decir uno de mis profesores de historia “es muy difícil poder acceder a ellos porque a nadie le gusta que se rebusque entre sus cosas”.

Y si bien es cierto que acceder a las fuentes para una investigación supone un envite burocrático de permisos, firmas, confidencialidades, etc, es tan sólo el comienzo de la investigación. El siguiente paso tras acceder a las fuentes es su estado de conservación.  El paso del tiempo también hace estragos en la documentación que guardan los archivos. Y lo peor no radica en esto solamente, sino que además, dada la historia de nuestro país, en este caso, la acción humana también ha hecho su intervención. Sin duda es milagroso que la documentación original llegue a manos de los estudiosos sin lagunas, sin pérdidas, con transcripciones fiables, sin que hayan sufrido actos de vandalismo durante su camino por la historia del Hombre… Y cuánto más retrocedemos en el tiempo para estudiarlo, más sujetos estamos a las propias inclemencias de este.

Cuando los documentos llegan a manos de un investigador de la historia, se enfrenta a problemas como su estado de conservación, que sea legible (y a ello apelo a una de las ciencias auxiliares de la historia: la paleografía, que sin duda comparte protagonismo en esta fase de investigación), al dominio de lenguas muertas (como el latín), su catalogación dentro del archivo al que pertenezca la documentación y una cosa que agradecemos mucho a la hora de investigar: su informatización. Eso sí que ahorra en tiempo al investigador. La informática, una tecnología que hace revitalizar la labor del investigador que la pone a su servicio como un instrumento de trabajo.

Pero en el trabajo de un investigador no siempre se tiene claro lo que se busca. Hay ocasiones en las que sí -y esas ocasiones son las mejores-, pero cuando se necesita encontrar datos precisos sobre un tema muy concreto, la dificultad está en la casualidad de encontrar lo que buscamos, dejando en manos del azar la continuación de nuestra investigación, azar que no es exclusivo del estudio de la Historia ¿Acaso la manzana que le cayó en la cabeza a Newton cuando pensaba en su teoría de la gravedad no fue casualidad también?

Con todo, y con una finalidad más hacia estudiantes de historia cuya intención sea la de investigar, me veo haciendo un repaso de la red de Archivos Públicos y Privados, que pueda facilitarles su labor en el estudio del amplio espacio temporal que es la Historia escrita del hombre. He aquí un resumen de ellos en España:

 1. ARCHIVOS PÚBLICOS:

1.1. ARCHIVOS DE TITULARIDAD ESTATAL:

- Generales:

  • Históricos (Archivo de la Corona de Aragón (A.C.A.) (Barcelona), Archivo General de Simancas (A.G.S.) (Simancas), Archivo General de Indias (A.G.I.) (Sevilla), Archivo General del Patrimonio Nacional (Madrid), Archivo Histórico Nacional (A.H.N.) (Madrid)).
  •  Intermedios (Archivo General de la Administración Civil del Esado (A.G.A.) (Alcalá de Henares)).
  • Administrativos (los de los Ministerios, Cortes Generales (Congreso y Senado), Consejo de Estado, Tribunales Supremos de Justicia y de Cuentas, organismos y empresas autónomas del Estado, etc).

- Regionales y de Distritos:

§  Históricos: De Distritos Históricos (Archivo de la Real Chancillería de Valladolid y el Archivo de la Real Chancillería de Granada) y Regionales Históricos (Archivo del Reino de Valencia (Valencia), Archivo del Reino de Galicia (La Coruña), Archivo del Reino de Mallorca (Palma) y el Archivo General de Navarra (Pamplona)).

§  Intermedios: Depósito Regional de Archivos de Cervera (Lérida).

§  Administrativos: Archivos de las Audiencias Territoriales de Justicia y Archivos de las Universidades.

- Provinciales: Archivos Históricos Provinciales.

- Otros archivos con documentación de ámbito estatal pero no dependientes de la Administración Civil del Estado, como por ejemplo: Archivos Generales Militares de Segovia, Guadalajara y Ávila, el Archivo General de la Marina “Álvaro de Bazán” (El Viso del Marqués) el Archivo del Museo de la Marina Naval (Madrid) o el Archivo Histórico del Ejército del Aire (Villaviciosa de Odón en Madrid).

1.2. ARCHIVOS DE COMPETENCIA AUTONÓMICA:

- Archivos de la Administración Autonómica.

- Archivos de la Administración Local: Archivos de Diputaciones Provinciales, Archivos Comarcales y Archivos Municipales.

 2. ARCHIVOS PRIVADOS:

2.1. ARCHIVOS ECLESIÁSTICOS: Catedralicios, diocesanos, parroquiales, conventuales o monacales y los derivados de otras instituciones eclesiásticas como colegiatas, hospitales, cofradías, fundaciones y patronatos, etc.

2.2. ARCHIVOS PARTICULARES:

- Archivos Personales.

- Archivos Nobiliarios.

- Archivos Mercantiles y de Empresas.

- Archivos de instituciones privadas y corporaciones.

 

2 dic 2012

El trabajo del historiador: tanteando lo inabarcable.

 

El trabajo de un historiador es a menudo objeto de debate. Uno entiende que un trabajo así ha de ser lo más objetivo posible y estar dotado de un método científico que permita al historiador trabajar con datos que recoge sin necesidad de implicarse emocionalmente.

Bueno, pues sobre esto hay multitud de hipótesis, reflexiones, libros, argumentaciones… un sin fin de cuestiones relacionadas con ello que hace pensar sobre el trabajo de un historiador que, sinceramente, es más complicado de lo que puede ser en apariencia y que no sólo es leer, sino también interpretar, clarificar tu mente y elevarla a un nivel crítico, buscando la capacidad de aislarse totalmente de lo que se investiga para no forrarlo de criterios personales, para no dotar de intencionalidad aquello que se investiga.

Sin duda, es la parte más difícil de conseguir, pues un historiador no es ajeno a nada, siempre le moverá una motivación, una pasión, un gusto por lo que hace, que en ocasiones viene hasta remunerado.

Historiador, un término que engloba demasiadas facetas.

Y recuerdo una pregunta que siempre martilleó mi mente “¿y para que sirve eso?”.

Los más simples buscan respuestas simples, y se complacen cuando se les responde con las salidas profesionales que tiene hacer una carrera así. Salidas, que son pocas. Miento, muy pocas, en eso no hay imaginación que valga.

Pero intelectualmente es enriquecedor. Algo para lo que no todos están preparados.

Yo investigo, me afano leyendo cualquier punto de vista que cae en mis manos sobre un tema concreto y sin embargo, siempre tengo la sensación de que nunca abarco lo suficiente. Que me quedan lagunas que podrían ser insalvables, que no he terminado todavía, que mi entusiasmo una vez empezado a leer sobre un tema se ceba tanto que no encuentra el momento de parar de buscar y empezar a trabajar con lo que ya dispongo.

Llegado ese momento, el de interpretar todo lo leído, es cuando la escritura comienza su trabajo: intentar transmitir todo lo que he leído de manera que entusiasme a los demás tanto como a mí… Pero resulta imposible. Todos somos diferentes. A ninguno nos interesan los mismos temas, ni la forma de contarlos, ni las fuentes que usamos para trabajar. A veces, ni siquiera coincidimos en los adornos que le ponemos para enmarcarlo, como fotografías, proyección de películas... Podemos tener cierto grado de afinidad, pero coincidir con todos es una labor imposible. Y además, eso implica la propia subjetividad del historiador, su forma de hacerse entender, de mostrar a los demás no sólo el tiempo dedicado a investigar, sino también el jugo que ha sacado de lo que ha investigado.

Uno de mis últimos trabajos en los que estoy metida es sobre el populismo. Quizá demasiado ambicioso para ser tratado en pocas líneas, pero desde que comencé a leer sobre ello, mi entusiasmo ha crecido y me ha desbordado por completo. No me parece suficiente lo leído… Y he aquí uno de los problemas con los que un historiador se enfrenta constantemente en sus investigaciones: la inabarcabilidad, es decir, realmente es imposible leer toda la documentación o material disponible sobre ello. Y no sólo hablo del material disponible, sino también del material al que no tengo acceso.

Recapitulando, el trabajo de un historiador es de difícil adjetivación, su utilidad resulta más intelectual y conlleva problemas de transmisión y de plausibilidad.

Para otro día dejaremos otros problemas adheridos a una profesión cuyo nombre hoy día es sinónimo de desempleo y cuyas raíces empatizaron con la educación de grandes pensadores, así como su análisis ha formado parte del propio tiempo al que esta rama de humanidades trata de acercarse en su estudio para conocer más el pasado, entender el presente y orientar el futuro.

19 nov 2012

Covadonga: mito e historia de una batalla. (3ª parte).



No hay acontecimiento histórico importante que no esté trufado de guerras, de batallas y de muertos. La Historia de la Humanidad se ha construido sobre millones y millones de cadáveres, todos víctimas, casi todos inocentes, y sobre el dolor, la opresión, la injusticia y las más terribles vejaciones que el ser humano sea capaz de imaginar.”

LOSADA, Juan Carlos, Batallas decisivas de la Historia de España. Barcelona. Santillana ed. 2005. p.: 24.


De aquellos árabes que lograron escapar en dirección sur, según las crónicas, una parte importante de ellos quedaron sepultados por un desprendimiento de tierras, un derrumbamiento de peñascos que según la leyenda, fue obra de la Virgen María, que envió una tormenta que hizo que las rocas y los árboles de la caída de la montaña fueran a parar sobre las huestes musulmanas, siendo, en cualquier caso, conocida esta zona con el nombre de la Huesera de los moros, por la cantidad de huesos encontrados en yacimientos arqueológicos más contemporáneos.

Y como al parecer, este debió ser poco castigo divino, según la leyenda, aun quedaron árabes que se ahogaron en el Lago Enol, árabes arrastrados a sus aguas tras el desprendimiento que se había producido sobre el estrecho cuello natural que las montañas cobijaban.

Y de los pocos que ya quedaban, perecieron de fatiga tras escalar tantas montañas y saltar tantos abismos, sucumbiendo a la penuria, al aislamiento y al acoso de los naturales de la zona.

Abandonados a su suerte, llegaron a Gijón las noticias de la victoria cristiana, atribuida, según la leyenda, a una montaña con don divino, por una Virgen que como ya dije, hoy en día se la sigue venerando.

Muza, previendo que la lucha iría a más y contraria a sus armas e intereses, optó por alejarse de aquella tierra áspera e insurgente, activada contra los musulmanes. Y en su intento de huída, los naturales de la región, a los acechos constantes y animados de fuerza y éxito, cayeron sobre las desconcertadas huestes mientras trataban de cruzar los crestones rocosos que cierran la salida meridional del valle de Olalíes y allí los aniquilaron, muriendo en aquellas tierras tan lejanas de su país de origen, que un día les vio partir en busca de mejor fortuna y encontraron en aquellos valles una muerte sangrienta, bajo aquel hombre al que habían considerado como asno salvaje.

La victoria de Pelayo dio moral y esperanza a las gentes que se habían refugiado en el norte, y ya sea mito, leyenda o historia, estos montañeses arrancan su historia, entintada de mítica y legendaria, en lo que algunos historiadores describen como el origen del reino astur, el germen de esta España que terminaría con el dominio islámico al correr y guerrear de casi ocho largos siglos.

Es sabido, que la cruz que don Pelayo alzó en vísperas de la batalla, ha permanecido hasta nuestros días en el escudo oficial de la bandera de Asturias y en la cruz que mandó forjar Alfonso III el Magno, revestida de oro y piedras preciosas, que hoy se encuentra en la Santa Catedral Basílica, penden de sus brazos las letras  Alfa y Omega, primera y última del abecedario griego, simbolizando a Cristo. Y por la orla, alrededor del escudo, las palabras “Hoc signo teutur pius” (Con esta señal se defiende al piadoso) a la derecha y “Hoc signo vincitur inimicus” (Con este emblema se vence al enemigo) a la izquierda.

FOTOGRAFÍAS, TEXTOS, MAPAS, Y BIBLIOGRAFÍA:

Escudo heráldico de Asturias y Cruz de Pelayo representando el escudo de Asturias.


Estatua de Pelayo en bronce con la cruz de la Victoria.

 Pico Urriello, en Naranjo de Bulnes, (Picos de Europa)


Lago Enol

1. Cueva de Covadonga. 2. Batalla de Covadonga, según un grabado. 3. Valle de Covadonga (La flecha roja indica la ubicación de la cueva).
Iglesia de la Basílica de Covadonga.

 TEXTOS DE DOS VERSIONES DISTINTAS SOBRE LA BATALLA DE COVADONGA:


La batalla de Covadonga vista por los cristianos (Crónica de Alfonso III, siglo X)

Alqama entró en Asturias con 187.000 hombres. Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Aseuva, y el ejército de Alqama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de la cueva. El obispo Oppas subió a un montículo situado frente a la cueva y habló así a Rodrigo:

-          Pelayo, Pelayo, ¿dónde estás?

El interpelado se asomó a una ventana y respondió:

-          Aquí estoy.

El obispo dijo entonces:

-          Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos, no pudo sostener el ímpetu de los ismaelitas, ¿podrás tú defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve a tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los caldeos.

-          ¿No leíste en las Sagradas Escrituras que la iglesia del Señor llegará a ser como el grano de la mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?

-          Verdaderamente, así está escrito. […] Tenemos por abogado cerca del Padre a Nuestro Señor Jesucristo, que puede librarnos de esos paganos […].

Alqama mandó entonces comenzar el combate, y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban y mataban a los caldeos. Y como Dios no necesita las lanzas, sino que da la palma de la victoria a quien quiere, los cristianos salieron de la cueva para luchar contra los caldeos; emprendieron éstos la fuga, se dividió en dos su hueste, y allí mismo fue, al punto, muerto Alqama y apresado el obispo Oppas. En el mismo lugar murieron 124.000 caldeos, y los 63.000 restantes subieron a la cumbre del monte Aseuva y, por un lugar llamado Amuesta, descendieron a la Liébana. Pero ni éstos escaparon de la venganza del Señor.

La batalla de Covadonga vista por los musulmanes (Crónica de Al-Maggari, Nafh al-tib,  siglo XVII)

Dice Isa ben Ahmad al-Razi que en tiempos de Anbasa ben Suhaim al-Qalbi, se levantó en tierras de Galicia un asno salvaje llamado Belay [Pelayo]. Desde entonces empezaron los cristianos de al-Andalus a defender contra los musulmanes las tierras que aún quedaban en su poder (…). Los islamitas, luchando contra los politeístas y forzándoles a emigrar, se habían apoderado de su país (…) y no había quedado sino la roca donde se refugia el rey llamado Pelayo con trescientos hombres. Los soldados no cesaron de atacarle hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino treinta hombres y diez mujeres. Y no tenían que comer sino la miel que tomaban de la dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. La situación de los musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo “Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?” En el año 133 murió Belay y gobernó su hijo Fábila. El dominio de Belay duró diecinueve años, y el de su hijo, dos.

MAPAS:

 Rutas seguidas por los árabes.

Mapa de la zona Astur hasta el siglo VII.

Croquis esquemático de la Batalla de Covadonga.

 BIBLIOGRAFÍA:

-          BEGA MARROQUÍN, Armando. Los orígenes de la Reconquista, en Historia 16. 2003. (pp.: 29-35).

-          BENITO RUANO, Eloy. La Monarquía Asturiana, en Historia 16, 1989. (pp.: 52-57).

-          CEBRIÁN, Juan Antonio. La Cruz del Sur. España. Ed. La Esfera de los Libros, 2003.

-          BUENO, Gustavo. Prólogo, en Historias de Covadonga, (de Ignacio G. Noriega). 2008. Ed Laria. Oviedo.

-          KINDELÁN DUANY, Alfredo. Una constante geobélica (III). La batalla de Covadonga,  en Ejército. Revista ilustrada de las armas y servicios. Nº 188. 1955. Madrid. (pp.: 3-8).

-          MONTENEGRO, Julia y DEL CASTILLO, Arcadio, En torno a la conflictiva fecha de la batalla de Covadonga. en Internet: http://rua.na.es/dspace/bitstream/10045/6978/1/HM_08_01.pdf

-          RUIZ DE LA PEÑA, Ignacio. Batalla de Covadonga, en Gran Enciclopedia Asturiana. Tomo 5. pp.: 167-172). Silverio Cañada Ed. Gijón. 1981.

-          SÁNCHEZ ALBORNOZ, Claudio. Orígenes de la Nación Española. El reino de Asturias, Madrid, Ed. Sarpe, 1985.

-          W. LOMAX, Derek. La Reconquista. España, Ed. Crítica. 1984.

1 nov 2012

Covadonga: mito e historia de una batalla. (2ª parte).


"...sólo habrá tiempo para aquellos cuerpos que han caído.
Y soñará el poeta con esa historia perdida,
recaudará en su mente la imagen que más verdad le muestre,
encenderá la pasión que motivó aquella caída
y endulzará el llanto que con afligidos vítores le entierren".

Pelayo, situado en los valles más agrestes del interior del oriente astur, toma contacto con los habitantes de la comarca que se hallaban celebrando un concilium (asamblea popular), situación que aprovecha para alentarlos a la rebelión contra la dominación islámica, alimentando la discordia y el enfrentamiento contra los árabes y consiguiendo que le eligiesen como su líder indiscutible: su caudillo (jefe militar).

La situación se podría tildar de insólita, pues aquellos hombres rudos, que algunos historiadores los describen como montañeses de indómito carácter, bravos por naturaleza, apenas cristianizados y que vivían dispersos en clanes, escasamente relacionados con el mundo fuera de la montaña, que de vez en cuando, se aventuraban hacia un sur más desolado pero menos aislado, empezaron por no pagar tributos y a atacar a los puestos avanzados y otras guarniciones de los invasores con suma violencia, iniciándose un levantamiento popular, una sublevación que comenzó a extenderse poco a poco y en la que se aglutinaron bajo las órdenes de don Pelayo, encontrando varios factores a favor de dicha sublevación: la desorganización política y económica de los extensos territorios tan rápidamente conquistados por los súbditos del califa cordobés y el desatendimiento imprudente del foco de insurrección a favor de una voluntad continuista de invadir Europa.

Es conocido a través de las crónicas musulmanas, que desde Córdoba se envía a un ejército al mando de Alqama para rendir a los insurrectos lo antes posible, a fin de no correr riesgos de nuevas sublevaciones. Y pese a no creer que estos montañeses ofrecieran una cumplida resistencia ante una fuerza disciplinada y numerosa, con el propósito de negociar una rápida y beneficiosa capitulación si la ocasión se terciaba, la autoridad cordobesa dispuso que acompañara a la hueste militar musulmana, el obispo Oppas, a quien las crónicas de Alfonso III hacen hijo del rey Vitiza (último rey visigodo cuya muerte fue el inicio de la lucha de poder goda), cuyos partidarios, enemigos de Rodrigo, apoyaron la invasión musulmana e incluso cooperaron con ella.

La fuerza musulmana, cuya cifra varía según la crónica que uno lea (se calcula que entre 800 y 1.400 hombres, aunque hay crónicas que las elevan a 187.000), aprovechó la vía romana que cruzaba la cordillera Cantábrica por el Puerto de la Mesa para entrar en la región astur. La expedición de castigo se realizó con éxito y la mayoría de los rebeldes retornaron a la paz servil y al pago nuevamente de los impuestos, mientras que Alqama acorralaba a Pelayo y a su aguerrida tropa en los inasequibles reductos del relieve asturiano, en los mismos pliegues de la montaña, en el angosto valle de Cangas de los Picos de Europa, cuyo fondo cierra el monte Auseva, y en él, una cueva, Covadonga, que incluso en nuestros días es objeto de veneración a la Virgen María, atribuyéndosele culto mariano ya desde hacía tiempo antes, y que no era muy grande, pero fue el escenario idóneo, el lugar más privilegiado, el sitio de la resistencia cuyo nombre da origen a un sitio y un momento, que les hizo historia, pues en ella encerró tanto a la vida como a la muerte, tanto a la gloria como al infortunio, tanto al mito como a la leyenda que ha pasado a nuestros días…  

Al resguardo, en los profundos acantilados y filosas gargantas de las zonas más montañosas, don Pelayo y los suyos (alrededor de unos 300 según las fuentes), hábiles para trepar por las cumbres, conocedores de los lugares capaces de ocultar y de las sendas por donde huir si fuese necesario, atrajeron tras de sí a las huestes musulmanas, que se adentraron en un territorio, que salvando las dificultades orográficas de consideración, se aventuraron con desconocimiento en busca de aquellos montañeses insurrectos y rebeldes que quedaban.

En un primer momento, Alqama intenta convencer a don Pelayo, a través del obispo Oppas, de una rendición pactada, pero esto fracasa, dando pie a una inminente escaramuza con apelativo de batalla, que enfrentaba a una considerable mayoría musulmana frente a unos reducidos y diezmados hombres. La suerte estaba echada…

Pero según cuenta la tradición, en ese momento don Pelayo tiene una visión: se abrieron los cielos y se distinguió una inmensa cruz bermeja, apareciéndosele así la Virgen, que le anuncia la victoria, entregándole una cruz confeccionada con las ramas de un roble, es la Cruz de la Victoria, que alzó sobre el campo de batalla.

Las tropas musulmanas avanzaron por el pequeño valle de Covadonga, siendo atacado desde las laderas laterales por furiosos montañeses, que por el hechizamiento de la batalla, se envilecieron y alzaron sus corazones inflamados por el darlo todo o no dar nada, embraveciéndose tanto, que atacaron con tal violencia que hicieron una masacre entre las huestes enemigas que no atinaron a maniobrar, ya sea por un jefe con pocas dotes para la estrategia o ya sea por la dificultad y la estrechez orográfica del terreno que los dejaba encajonados en el fondo de la garganta a merced de una posición cristiana dominante por su elevación y recodos tácticamente inexpugnables.

Los musulmanes estaban teniendo demasiadas bajas, pues también según la tradición y el mito, las flechas que la hermandad mora lanzaba contra aquellos montañeses caían en contra suya, malhiriéndoles y causándoles la muerte. Y es aquí donde muere Alqama y Oppas cae prisionero y a partir de aquí también, las tropas árabes, no pudiéndose organizar, quedan divididas y comienzan a ser sacudidas por el pánico entre sus filas, produciéndose una huida desordenada en la que intentaron escapar por el mismo camino por el que venían, aunque otros tomaron caminos de cornisa que los llevaron a otras recónditas y abruptas gargantas donde, fueron eliminados por los rebeldes de Pelayo.

Y he aquí la primera victoria contra un invasor que todavía no había terminado aquella agónica aventura por los inexplorados senderos, para las tropas árabes, existentes en los Picos de Europa. Una desventaja orográfica y estratégica que supuso sudor, sangre y lágrimas para un pueblo que extendía sus brazos hacia el total dominio de una península que comenzaba a ser una angosta lucha que duraría siglos contra la dominación árabe.



 

17 oct 2012

Covadonga: mito e historia de una batalla.



Uno de los episodios de nuestra historia, cuyo recuerdo alcanzo a recuperar, fueron aquellos días en los que la EGB era la base de nuestra enseñanza y los libros de Santillana o de Anaya, inundaban nuestras mochilas sobre la espalda. Por entonces, se estudiaba la asignatura llamada Ciencias Sociales, que materializaba en textos, dibujos y fotografías, la Historia de España.

Y recuerdo leer en ellos, la azarosa hazaña de los núcleos más resistentes que iniciaron el comienzo de una lucha por expulsar a los musulmanes de la Península, encumbrando a héroe, la figura de un tal don Pelayo, un vengativo y renegado señor del norte, que sacó provecho de una abrupta geografía, de un indomable carácter norteño y de un par de palos de roble cruzados.

En mi memoria veo esta historia como una henchida batalla que cada maestro en historia que he tenido, la adornaba con florituras varias y situaba en el inicio de una Reconquista entrecomillada, por ser un término objeto de debate.

Se engalanaba la tragedia de una batalla, la de Covadonga, cruel y despiadada, que aniquilaba a hombres y mujeres traídos a una lucha, no sólo por el fervor, cada cual a su creencia, sino también a  una forma de vida ajena, a unas obligaciones en forma de impuestos… pero también a una cultura que dejaba en tierras hispanas un arte, una ciencia, una religión, una tradición que aun hoy perduran.

Y así doy origen a este fragmento de historia:

El mito de Covadonga: anécdota de un hecho con relevancia histórica (1ª parte).

Allá por el 718, -aunque otros nos sitúan en el 722-, la situación peninsular estaba bajo, casi por entero, invadida por población islámica. Una situación a la que se había llegado tras una guerra civil dentro del imperio visigodo por estrechar en la cabeza una corona goda entre los que se consideraban herederos legítimos y el que por derecho lo era. Pues es sabido, que la lucha de poder a menudo es originada por la avaricia, la venganza y la envidia.

Prácticamente toda la población goda que se resistía a ese dominio estaba huyendo a tierras más al norte, donde se veían arrastradas con familias y pertenencias a zonas más frías y climas más severos, donde las tierras son pedregales que arañan un suelo calizo y que untan con un verdor empapado en musgo y hongos anchas rocas de abruptas montañas y cuyos valles ricos de vegetación, son capaces de sostener una población relativamente densa, ocultos, apartados de las rutas más cómodas y usuales, protegidos por la vecindad de las montañas y que por eso, debieron ser los lugares favoritos de refugio para los astures insumisos y para los emigrados visigodos.

Otros, sin embargo, se refugiaron en la Septimania Franca. Y la población que se quedaba, iba pactando nuevas condiciones de vida, que aunque no les gustasen, las aceptaban para seguir con vida, como el que más tarde retomaremos, el obispo Oppas, aunque hubo quienes se convirtieron a la nueva fe que estaba penetrando desde el sur de la península.

Siendo este el escenario, surge entre los testimonios referidos a esta época el nombre de un señor llamado Pelayo, del que se cree que fue espartario (portador de la espada) de la guardia personal de don Rodrigo, legítimo heredero de la corona visigoda.

Cuenta la tradición histórica, que gobernaba el norte peninsular desde Gijón un bereber, cuyo nombre más abreviado se conoce como Muza y que, ya sea por conseguir una alianza matrimonial o por amor, pretendía a la hermana de don Pelayo, Ermesinda (Adosinda). Pues no es descabellado pensar, que don Pelayo fuese un jefe local y el casamiento de Ermesinda con Muza supusiese la consolidación y legitimación de la autoridad política del árabe en la zona.

Pero quiera o no el mito, la leyenda o la historia, a don Pelayo no le gustaba esta idea, y supuso un obstáculo muy obstinado en esta unión, por lo que Muza le envía a Córdoba, junto con otros rehenes como garantes para el pago de impuestos.

Lo cierto es que desde allí logra fugarse regresando al norte, y viendo que los engranajes de ese matrimonio seguían adelante, aunque no se sabe muy bien si con consentimiento o no de su hermana, según las fuentes que se lean, huye y se pierde en el violento y escarpado territorio montañoso de Asturias.

Y es aquí donde comienza la historia más épica de don Pelayo, llamado por las crónicas arabescas fugitivo, asno e ignorante, que fue convertido en caudillo para encabezar una lucha desigual contra el pueblo árabe, que penetrando por el sur, tenían casi invadida toda la península y soñaban con extenderse más allá de los Pirineos.


3 oct 2012

La geografía española como marco de su propia Historia


Con una cita -por cierto un poco extensa- abro hoy un planteamiento más geográfico que histórico, pero que ambos van de la mano a la hora de tratar la geografía española como lugar donde se desarrollan siglos de una rica historia enmarcada por el carácter de su territorio. Finalizada la cita, pasaré a exponer algunas cuestiones relacionadas con el soporte físico de nuestra Historia, para que sirvan como punto de inicio a vuestras propias reflexiones.

 “Una piel de toro extendida; una de las tres penínsulas meridionales de Europa; un bloque peninsular de contorno cerrado y maciza apariencia; un conjunto de altas tierras en las que mesetas y montañas dominan y señorean algunas tierras bajas de llanura: soldado a Europa, pero remachada la soldadura por una barrera montañosa en cuya crestería hay blancor de nieve; una península en el extremo sudoeste de Europa, entre el Atlántico y el Mediterráneo, finisterre europeo y puente tendido hacia el continente africano en el que sólo ha fallado la dovela de un arco. He aquí algunos de los rasgos elementales que integran nuestra representación geográfica de la Península. Añadamos aún la diversidad y el contraste. Un continente en miniatura se ha repetido también. Paisajes hay en España que más que a un mismo continente parecen pertenecer a continentes distintos. El hayedo de Muniellos y el palmeral de Elche; los arenales de Huelva y las rías gallegas; los Montes de Toledo y las Montañas Cantábricas; el caserío vasco y el cortijo andaluz; Córdoba y Santiago, como ejemplos escogidos entre la multiplicidad de imágenes que puedan suscitarse como términos de una antítesis, ilustran esta idea.

De todos estos elementos está hecha la personalidad geográfica de España, sin olvidar al hombre que en siglos de historia, de afanes y trabajos, sueño y pensamiento, ha hecho del medio natural paisaje de cultura, animado y nutrido de genialidad y savia espiritual.

De las tres penínsulas que forman la avanzada meridional de Europa, la Ibérica es la configuración horizontal más robusta y maciza, a la vez que más definida. Grecia queda absorbida por el Norte en la masa de la Península Balcánica, a su vez entroncada anchamente en el continente, y se descompone en un conjunto de penínsulas e islas. Italia es en parte continental y en parte peninsular. Los Alpes y el valle del Po quedan estrechamente vinculados al continente, mientras que la Italia peninsular se proyecta alargada y estrecha como un ariete. La Ibérica es toda ella península más allá del último de los istmos europeos.

Como península sudoccidental del continente europeo, España forma parte de este continente; pero, a la vez, participa de la capacidad para cerrarse a su comunicación, para aislarse o insularizarse.

Pero, además, nuestra península, que como uno de los dos signos de un paréntesis cierra el Mediterráneo por el Oeste, es a la vez atlántica y mediterránea, y la más próxima al continente africano, del que sólo la separan 12 kilómetros en el punto más angosto del canal que la clava de Hércules abrió entre Europa y África. Circunstancias todas fecundas en consecuencias.

Entre dos continente y entre dos mares la Península Ibérica es una encrucijada de caminos de mar y tierra. Por las depresiones del Pirineo, salvando las aguas del Estrecho, una comunicación ha existido siempre con el continente europeo de un lado y el africano de otro. Ya en tiempos antehistóricos la Península mantuvo relación con ambos y de ambos recibió aportación de sangre y cultura. Atravesando el Estrecho llegan a España los íberos; por el Pirineo penetran los celtas. Durante el medievo la Península es campo de batalla en que Europa y África. Cristiandad e Islam riñen batalla. La Iberia cristiana se une estrechamente a la Cristiandad y los pasos pirenaicos conocen el trasiego de los peregrinos de Compostela, en tanto que la España islamizada, el Andalus, busca al otro lado del mar las energías con que frenar la avalancha reconquistadora”.

 Fuente: DE TERÁN, Manuel. “La genialidad geográfica de la Península Ibérica”, en FLORISTAN SAMAMES, Alfredo. España, País de contrastes naturales. Ed Síntesis. Col. Geografía de España, nº2. Madrid. 1988

 
El soporte físico de nuestra Historia… la Península Ibérica.

                                                                                  
El marco en el que se han desarrollado y desarrollan su actividad los españoles es un conjunto de caracteres o estímulos contrapuestos. Al aislamiento se oponen otros propicios a la relación; a la unidad, los que se inclinan a la diversidad política.

Entre las distintas partes que forman el conjunto existe además gran desequilibrio de desarrollo económico. Los mismos grupos humanos que se han sucedido en ellas, lo han hecho más acusado, y paralelo a éste desequilibrio, se produce otro, el del reparto de la población.

Las dos contraposiciones iniciales se manifiestan en cualquiera de los distintos elementos físicos. La primera y más patente, es la situación del solar hispano. La segunda, en la composición y morfología de éste mismo solar.

 Si estas condiciones inciden sobre el medio, transformando el paisaje vegetal y el régimen de los ríos, orientará la red viaria y la trama de los asentamientos humanos.

 Por eso, mi pregunta es ¿el medio físico (relieve, clima, hidrografía, vegetación) “condiciona” o “determina” la historia?. A pesar de las diversas opiniones, cada uno debe tener su propia idea.

 Lo que parece innegable es la influencia del medio físico en la evolución histórica de la Península Ibérica (de ahora en adelante P.Ib.):
 
  1. La posición de la P.Ib. entre dos continentes (Europa y África) y entre dos grandes mares (el mar Mediterráneo y el océano Atlántico) ha hecho que sea una tierra que sirve de encrucijada o encuentro de pueblos (fenicios, griegos, cartagineses, celtas, romanos, bárbaros, musulmanes, judíos, cristianos,…) Todos estos pueblos han dejado a lo largo del tiempo sus aportaciones, a veces complementarias y a veces contradictorias. Este carácter hace que la P.Ib.  tenga una de las historias más ricas de la tierra.
  2. Esta “encrucijada de gentes” ha pasado por derroteros muy distintos: a veces se impone la convivencia y a veces el enfrentamiento.
  3. La situación de la P.Ib. condiciona la situación de España en la historia mundial:
§        cierta separación de Europa: ¿son los Pirineos los culpables?

§         relaciones intensas con África: colonización del norte de este continente ya desde tiempos de los Reyes Católicos.

§         vocación marinera mediterránea: pertenencia al Mare Nostrum de los romanos, conquistas de la corona de Aragón, lucha contra el Islam por la hegemonía mediterránea… sin olvidar las relaciones desde antiguo con los pueblos del Mediterráneo oriental.

§         vocación atlántica: descubrimiento de América y conquista-colonización de aquel continente durante la Edad Moderna.

  1. El relieve, muy quebrado, y el clima, muy variado, potencian la diferenciación entre regiones, distintas formas de ser y de pensar. Eso evidencia una tendencia histórica a la disgregación, que siempre ha hecho difícil la unidad de España, en unión a la diferenciación en reinos consecuente de la “Reconquista”.
  2. Preponderancia del litoral sobre el interior: el clima y el fácil acceso han facilitado el desarrollo histórico y económico del litoral frente a las tierras del interior, las dos mesetas, más frías e inhóspitas, que siempre han caminado “por detrás”.
            Por otro lado, también parece clara la influencia del medio físico en la economía de la P.Ib.:

  1. La dificultad del relieve hace que la superficie cultivada sea escasa y que los rendimientos agrarios sean pobres (envejecimiento de los suelos por la abundancia de pendientes, necesidad de barbecho para reponer las tierras, etc.).
  2. El clima también condiciona la pobreza agraria de la P.Ib.: cultivos en su mayor parte de secano, necesidad de obras hidráulicas costosas para el regadío, etc.
  3. Todo ello ha favorecido una tendencia histórica favorable a la ganadería (Mesta: ganado lanar de oveja merina y trashumancia) en detrimento del desarrollo agrícola, unido todo ello a la preponderancia del latifundio (gran propiedad agraria) en el centro y sur de la P.Ib. y del minifundio (pequeña propiedad de extensión tan reducida que dificulta su explotación) en el norte.
  4. La riqueza minera de la P.Ib., explotada desde antiguo por pueblos foráneos (cartagineses, fenicios, griegos, romanos…) se debe al afloramiento del zócalo (entendiendo por tal, las llanuras o mesetas formadas en la era primaria o paleozoico) o escudo arcaico (evolución de la corteza terrestre por la que hubo un movimiento de placas y se generó una estructura interna terrestre similar a la que conocemos hoy en día).
  5. El gran desarrollo costero de la P.Ib. ha permitido que la pesca sea una actividad económica muy importante, así como el comercio: es indudable la importancia naviera de los puertos mediterráneos de Barcelona, Valencia… así como de los puertos atlánticos que sirvieron de puente entre América y Europa en la Edad Moderna, y por tanto de puente entre la estructura feudal y la estructura capitalista.
  6. Sin embargo el comercio interior siempre ha generado graves problemas de transporte y comunicación por la gran dificultad del relieve. Ello ha hecho muy costosas las obras de ingeniería para establecer una red viaria, que ya iniciaron los romanos con sus calzadas y que después, muchos siglos más tarde, diseñaron casi definitivamente los borbones.
Planteadas todas estas cuestiones, vuelvo a formular mi planteamiento inicial: ¿el medio físico “condiciona” o “determina” la historia en España?

 

16 sept 2012

¿Qué es la PALEOGRAFÍA?

¿Es un juego de palabras?, ¿es un concepto nuevo?...

Se puede hablar de tres tipos de definiciones:
1ª.- Etimológica de "Paleografía", que viene del griego "paleo-graf-ía" = "antiguo-escribir-conocimiento". Significa etimológicamente la/s escritura/s antiguas. Se puede decir que son las escrituras en desuso. En esta definición tenemos lo que es el objeto de la ciencia.
2ª Dentro de la definición más tradicional, se ha basado en una división entre lo que era la paleografía y la epigrafía. Tradicionalmente se ha dividido dando a entender la materia pero realizada sobre materiales blandos, mientras que la que se hace sobre materias duras es el objeto de la epigrafía (piedras, metales, bronces...).
3ª Hasta mediados del siglo XX se ha sostenido eso, pero en las definiciones más en boga últimamente, se define a la "Paleografía" como la ciencia de los objetos o monumentos escritos, considerados en todo el conjunto de sus caracteres externos. Se estudian todos los demás elementos que influyen en la formación de los símbolos gráficos, como el estudio de las materias escriptorias, los procedimientos de ejecución de los signos, etc.
Respecto a las últimas definiciones de "paleografía", es la ciencia que describe, clasifica y explica el desarrollo de la escritura. Según Millares Carió, la "paleografía" es la disciplina que se ocupa del conocimiento e interpretación de las escrituras antiguas y estudia sus orígenes.
También hay que hablar de varios tipos de alcances:
1º.- Tiene alcance semántico y por tanto tiene un papel cada vez más destacado, teniendo mucho que ver con la filología, con la lingüística y por eso, un aspecto fundamental es que la escritura está en íntima relación con el idioma que la forma.
2º.- Tiene un alcance cronológico. La paleografía nació vinculada a la diplomática con carácter medievalista, ampliándose posteriormente. La paleografía se puede aplicar desde la aparición del alfabeto hasta el Renacimiento por dos razones: la primera, con la invención de la imprenta; la segunda, surge también a partir del renacimiento otra cuestión: que aumenta la cultura en general y cobra mayor fuerza el factor personal. La escritura se ejecuta de forma más personalizada.

Respecto a las modalidades de la paleografía, se puede hablar de tres:

1.- Paleografía como instrumento (de lectura). Paleografía de escritura.
Es una paleografía que se ciñe a la lectura y al incluso desciframiento de los signos gráficos. Es el primer nivel de la paleografía, porque es el más básico. Los signos gráficos: letras, palabras e incluso frases y también signos complementarios.
Se puede decir que es un método o parte de lectura. Nace a partir del siglo XVII y se dedicó a leer documentos que ya no se podían leer.

2.- Paleografía como ciencia auxiliar de la historia. Paleografía de perito.
Lo que busca es juzgar sobre la autenticidad de los documentos hitóricos. El historiador es como un perito que lo juzga. También tiene que investigar el origen, la procedencia, exactitud del hecho reflejado en cada documento.

3.- Paleografía como ciencia propia e independiente del resto de las materias o disciplinas. Paleografía histórica.
Se ocupa del desarrollo intrínseco de la propia escritura. Considera a la escritura como fenómeno cultural. Se puede definir como la ciencia de la escritura. Tiene muchas concomitancias con la filología y con la historia. Utiliza el análisis de la escritura a través de su historia.

La paleografía tiene una relación con otras disciplinas afines. Hay que destacar su relación con varios bloques:
1º.- Primer bloque: la historia, la genealogía y la heráldica.
2º.- Segundo bloque: la filología y las vertientes filológicas y la crítica textual, para conocer los escritos originales de un autor concreto.
3º.- Tercer bloque: otras ciencias que son las que comparten el objeto de estudio, que son:
  • La diplomática, que es el estudio de los diplomas (documentos). Están sueltos.
  • la codicología (de códice), que es el estudio de los libros manuscritos. Están encuadernados y es más extenso que el documento.
  • La papirología, que es el estudio de los papiros grecorromanos.
  • La epigrafía, que es el estudio de las inscripciones sobre metales duros.
  • La numismática, que es el estudio de las monedas y medallas.
  • La sigilografía, que es el estudio de los sellos, que es uno de los instrumentos de validación que más se ha utilizado en la historia. Tiene mucho que ver con la heráldica.
Todas estas ciencias afines analizan lenguas que no se emplean actualmente. También hay que tener en cuenta que son ciencias que se retroalimentan entre una y otras. La paleografía es el principal alimento de la diplomática, ésta a su vez ayuda a otra ciencia y así sucesivamente. Sin embargo, la relación más importante es la de la paleografía con la diplomática.

Por último, y para terminar, se hace necesario mencionar a dos personajes muy importantes en la historia de la paleografía:
  • Dom Jean Mabillon, monje benedictino francés, que en 1681 escribió la primera obra de paleografía y también de diplomática. Realiza un estudio y clasificación de escrituras medievales. También coleccionó facsímiles e inició las primeras transcripciones y lo hizo para demostrar la veracidad o no de lo que se decía sobre la vida de algunos santos. Hizo una primera clasificación y definió la época en que cada escritura fue utilizada.
  • Dom Bernard de Montfaucon, otro benedictino francés, que en 1708 publicó en París una obra titulada Paleographia graeca. Es el primer estudio sobre paleografía griega.

MUCHAS GRACIAS!!

MUCHAS GRACIAS!!
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