"...sólo habrá tiempo para
aquellos cuerpos que han caído.
Y soñará el poeta con esa historia
perdida,
recaudará en su mente la imagen que
más verdad le muestre,
encenderá la pasión que motivó
aquella caída
y endulzará el llanto que con
afligidos vítores le entierren".
Pelayo, situado en los valles más
agrestes del interior del oriente astur, toma contacto con los habitantes de la
comarca que se hallaban celebrando un concilium
(asamblea popular), situación que aprovecha para alentarlos a la rebelión
contra la dominación islámica, alimentando la discordia y el enfrentamiento
contra los árabes y consiguiendo que le eligiesen como su líder indiscutible:
su caudillo (jefe militar).
La situación se podría tildar de
insólita, pues aquellos hombres rudos, que algunos historiadores los describen
como montañeses de indómito carácter, bravos por naturaleza, apenas
cristianizados y que vivían dispersos en clanes, escasamente relacionados con
el mundo fuera de la montaña, que de vez en cuando, se aventuraban hacia un sur
más desolado pero menos aislado, empezaron por no pagar tributos y a atacar a
los puestos avanzados y otras guarniciones de los invasores con suma violencia,
iniciándose un levantamiento popular, una sublevación que comenzó a extenderse
poco a poco y en la que se aglutinaron bajo las órdenes de don Pelayo,
encontrando varios factores a favor de dicha sublevación: la desorganización
política y económica de los extensos territorios tan rápidamente conquistados
por los súbditos del califa cordobés y el desatendimiento imprudente del foco
de insurrección a favor de una voluntad continuista de invadir Europa.
Es conocido a través de las
crónicas musulmanas, que desde Córdoba se envía a un ejército al mando de
Alqama para rendir a los insurrectos lo antes posible, a fin de no correr
riesgos de nuevas sublevaciones. Y pese a no creer que estos montañeses
ofrecieran una cumplida resistencia ante una fuerza disciplinada y numerosa,
con el propósito de negociar una rápida y beneficiosa capitulación si la
ocasión se terciaba, la autoridad cordobesa dispuso que acompañara a la hueste
militar musulmana, el obispo Oppas, a quien las crónicas de Alfonso III hacen
hijo del rey Vitiza (último rey visigodo cuya muerte fue el inicio de la lucha
de poder goda), cuyos partidarios, enemigos de Rodrigo, apoyaron la invasión
musulmana e incluso cooperaron con ella.
La fuerza musulmana, cuya cifra
varía según la crónica que uno lea (se calcula que entre 800 y 1.400 hombres,
aunque hay crónicas que las elevan a 187.000), aprovechó la vía romana que
cruzaba la cordillera Cantábrica por el Puerto de la Mesa para entrar en la
región astur. La expedición de castigo se realizó con éxito y la mayoría de los
rebeldes retornaron a la paz servil y al pago nuevamente de los impuestos, mientras
que Alqama acorralaba a Pelayo y a su aguerrida tropa en los inasequibles
reductos del relieve asturiano, en los mismos pliegues de la montaña, en el
angosto valle de Cangas de los Picos de Europa, cuyo fondo cierra el monte
Auseva, y en él, una cueva, Covadonga, que incluso en nuestros días es objeto
de veneración a la Virgen María, atribuyéndosele culto mariano ya desde hacía
tiempo antes, y que no era muy grande, pero fue el escenario idóneo, el lugar
más privilegiado, el sitio de la resistencia cuyo nombre da origen a un sitio y
un momento, que les hizo historia, pues en ella encerró tanto a la vida como a
la muerte, tanto a la gloria como al infortunio, tanto al mito como a la
leyenda que ha pasado a nuestros días…
Al resguardo, en los profundos
acantilados y filosas gargantas de las zonas más montañosas, don Pelayo y los
suyos (alrededor de unos 300 según las fuentes), hábiles para trepar por las
cumbres, conocedores de los lugares capaces de ocultar y de las sendas por
donde huir si fuese necesario, atrajeron tras de sí a las huestes musulmanas,
que se adentraron en un territorio, que salvando las dificultades orográficas
de consideración, se aventuraron con desconocimiento en busca de aquellos
montañeses insurrectos y rebeldes que quedaban.
En un primer momento, Alqama
intenta convencer a don Pelayo, a través del obispo Oppas, de una rendición
pactada, pero esto fracasa, dando pie a una inminente escaramuza con apelativo
de batalla, que enfrentaba a una considerable mayoría musulmana frente a unos
reducidos y diezmados hombres. La suerte estaba echada…
Pero según cuenta la tradición,
en ese momento don Pelayo tiene una visión: se abrieron los cielos y se
distinguió una inmensa cruz bermeja, apareciéndosele así la Virgen, que le
anuncia la victoria, entregándole una cruz confeccionada con las ramas de un roble,
es la Cruz de la Victoria, que alzó sobre el campo de batalla.
Las tropas musulmanas avanzaron
por el pequeño valle de Covadonga, siendo atacado desde las laderas laterales
por furiosos montañeses, que por el hechizamiento de la batalla, se
envilecieron y alzaron sus corazones inflamados por el darlo todo o no dar
nada, embraveciéndose tanto, que atacaron con tal violencia que hicieron una
masacre entre las huestes enemigas que no atinaron a maniobrar, ya sea por un
jefe con pocas dotes para la estrategia o ya sea por la dificultad y la
estrechez orográfica del terreno que los dejaba encajonados en el fondo de la
garganta a merced de una posición cristiana dominante por su elevación y
recodos tácticamente inexpugnables.
Los musulmanes estaban teniendo
demasiadas bajas, pues también según la tradición y el mito, las flechas que la
hermandad mora lanzaba contra aquellos montañeses caían en contra suya,
malhiriéndoles y causándoles la muerte. Y es aquí donde muere Alqama y Oppas
cae prisionero y a partir de aquí también, las tropas árabes, no pudiéndose
organizar, quedan divididas y comienzan a ser sacudidas por el pánico entre sus
filas, produciéndose una huida desordenada en la que intentaron escapar por el
mismo camino por el que venían, aunque otros tomaron caminos de cornisa que los
llevaron a otras recónditas y abruptas gargantas donde, fueron eliminados por
los rebeldes de Pelayo.
Y he aquí la primera victoria
contra un invasor que todavía no había terminado aquella agónica aventura por
los inexplorados senderos, para las tropas árabes, existentes en los Picos de
Europa. Una desventaja orográfica y estratégica que supuso sudor, sangre y
lágrimas para un pueblo que extendía sus brazos hacia el total dominio de una
península que comenzaba a ser una angosta lucha que duraría siglos contra la
dominación árabe.
Escelente historia, amiga. Saludos.
ResponderEliminarGracias Manu, aún le queda la última parte por publicarse.
EliminarTu aportación al conocimiento de la Historia es extraordinaria. Gracias por enriquecer nuestros "pequeños conocimientos" -muy manipulados en la época que nos tocó vivir- y que tú ahora estás dándonos a conocer.
ResponderEliminarBesos!!!
Bueno, no creo que esté escribiendo ninguna novedad.
EliminarEn cuanto a la manipulación de la historia, eso sería un tema muy extenso para desarrollar, aunque sólo te diré que la historia se debería tomar como un punto de vista, no como una verdad absoluta y la época en la que dices que te tocó vivir, la historia pudo ser fácilmente deformable a favor de los intereses políticos del momento, pero cada paso en la historia del hombre, supone la intervención de intereses de toda clase con múltiples finalidades, como económicas, políticas, ideológicas, religiosas... Pero lo más interesante es tener capacidad crítica para sacar nuestras propias conclusiones, por eso te digo que la historia debería tomarse como un punto de vista.
Para mi gusto tiene demasiada riqueza de vocabulario y poca chicha, me pierdo en el vocabulario ..... eso sí, la imagen muy acertada.
ResponderEliminarBueno, no todo lo que la historia cuenta te tiene por qué gustar. Hay cosas que te gustarán más que otras, pero al menos ahora ya conoces algo más si antes no lo conocías.
EliminarEn cuanto a la imagen, todas las imágenes que estoy metiendo en el blog, las estoy montando yo aprovechando mi manejo del photoshop. De las que monté para esta segunda parte de Covadonga, no es la que más me gustaba, pero era la que mejor resumía esta parte.
Gracias por tu sinceridad.
Muy bien Sonia, sigue deleitándonos con parte de la historia que como muy bien dices en tus respuestas “la historia debería tomarse como un punto de vista mas o menos acertado” ya que todo esta manipulado según la ideología o el poder económico del momento. Un abrazo
ResponderEliminarP.León
Gracias, yo también opino que la historia suele estar manipulada, ya que todo lo que mueve la acción del hombre suele llevar parejo algún tipo de interés, pero esto no es ninguna novedad para nadie.
EliminarHola Sonia, como ya te comente en anterior publicación, me encanta el tono épico romántico, con que envuelves tus pequeñas clases, el vocabulario y la transmisión estetica de la acción no tiene ninguna pega para mi gusto.
ResponderEliminarBueno, es grato saber que a un "guerrero consciente" como tú, le gusta el envoltorio que lleva esta historia. Gracias por tu seguimiento.
EliminarPrecioso poema, de verdad, muy hermoso, y magnífica publicación. Realmente la historia es apasionante, y lo más apasionante del tema es que se parece a una película, tal como tu la presentas, una de las buenas, de las de muchos extras...jaja pero con muchos narradores, o guionistas, qué se yo... Lo trágico es que la vida también es como una película, una con
ResponderEliminarmuchos directores....a veces no resulta nada taquillera...un beso, sigo...
Gracias Alfmega. A veces hay que tirar de algunos recursos estilísticos y audiovisuales para acercar la historia a aquellos que la tienen por algo muy aburrido. Merece la pena adentrarse en el paisaje del pasado... Y sí, puede que mi versión parezca una película, pero es una versión al fin y al cabo. Saludos!!
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