“No hay acontecimiento histórico importante que no esté trufado de guerras, de batallas y de muertos. La Historia de la Humanidad se ha construido sobre millones y millones de cadáveres, todos víctimas, casi todos inocentes, y sobre el dolor, la opresión, la injusticia y las más terribles vejaciones que el ser humano sea capaz de imaginar.”
LOSADA, Juan Carlos, Batallas decisivas de la Historia de España. Barcelona. Santillana ed. 2005. p.: 24.
De aquellos árabes que lograron escapar en dirección sur, según las crónicas, una parte importante de ellos quedaron sepultados por un desprendimiento de tierras, un derrumbamiento de peñascos que según la leyenda, fue obra de la Virgen María, que envió una tormenta que hizo que las rocas y los árboles de la caída de la montaña fueran a parar sobre las huestes musulmanas, siendo, en cualquier caso, conocida esta zona con el nombre de la Huesera de los moros, por la cantidad de huesos encontrados en yacimientos arqueológicos más contemporáneos.
Y como al parecer, este debió ser
poco castigo divino, según la leyenda, aun quedaron árabes que se ahogaron en
el Lago Enol, árabes arrastrados a sus aguas tras el desprendimiento que se
había producido sobre el estrecho cuello natural que las montañas cobijaban.
Y de los pocos que ya quedaban,
perecieron de fatiga tras escalar tantas montañas y saltar tantos abismos,
sucumbiendo a la penuria, al aislamiento y al acoso de los naturales de la
zona.
Abandonados a su suerte, llegaron
a Gijón las noticias de la victoria cristiana, atribuida, según la leyenda, a
una montaña con don divino, por una Virgen que como ya dije, hoy en día se la
sigue venerando.
Muza, previendo que la lucha iría
a más y contraria a sus armas e intereses, optó por alejarse de aquella tierra
áspera e insurgente, activada contra los musulmanes. Y en su intento de huída,
los naturales de la región, a los acechos constantes y animados de fuerza y
éxito, cayeron sobre las desconcertadas huestes mientras trataban de cruzar los
crestones rocosos que cierran la salida meridional del valle de Olalíes y allí
los aniquilaron, muriendo en aquellas tierras tan lejanas de su país de origen,
que un día les vio partir en busca de mejor fortuna y encontraron en aquellos
valles una muerte sangrienta, bajo aquel hombre al que habían considerado como asno salvaje.
La victoria de Pelayo dio moral y
esperanza a las gentes que se habían refugiado en el norte, y ya sea mito,
leyenda o historia, estos montañeses arrancan su historia, entintada de mítica
y legendaria, en lo que algunos historiadores describen como el origen del
reino astur, el germen de esta España que terminaría con el dominio islámico al
correr y guerrear de casi ocho largos siglos.
Es sabido, que la cruz que don
Pelayo alzó en vísperas de la batalla, ha permanecido hasta nuestros días en el
escudo oficial de la bandera de Asturias y en la cruz que mandó forjar Alfonso
III el Magno, revestida de oro y piedras preciosas, que hoy se encuentra en la
Santa Catedral Basílica, penden de sus brazos las letras Alfa y Omega, primera y última del abecedario
griego, simbolizando a Cristo. Y por la orla, alrededor del escudo, las
palabras “Hoc signo teutur pius” (Con
esta señal se defiende al piadoso) a la derecha y “Hoc signo vincitur inimicus” (Con este emblema se vence al
enemigo) a la izquierda.
FOTOGRAFÍAS, TEXTOS, MAPAS, Y BIBLIOGRAFÍA:
Estatua de Pelayo en
bronce con la cruz de la Victoria.
1. Cueva de Covadonga. 2. Batalla de Covadonga, según un grabado. 3. Valle de Covadonga (La flecha roja indica la ubicación de la cueva).
Iglesia de la
Basílica de Covadonga.
La batalla de Covadonga vista por los cristianos (Crónica
de Alfonso III, siglo X)
Alqama entró en Asturias con 187.000
hombres. Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Aseuva, y el ejército de
Alqama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de la
cueva. El obispo Oppas subió a un montículo situado frente a la cueva y habló
así a Rodrigo:
-
Pelayo, Pelayo,
¿dónde estás?
El interpelado se asomó a una ventana y
respondió:
-
Aquí estoy.
El obispo dijo entonces:
-
Juzgo, hermano e
hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el
gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y
ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos, no pudo
sostener el ímpetu de los ismaelitas, ¿podrás tú defenderte en la cima de este
monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve a tu acuerdo, gozarás de
muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los caldeos.
-
¿No leíste en las
Sagradas Escrituras que la iglesia del Señor llegará a ser como el grano de la
mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?
-
Verdaderamente,
así está escrito. […] Tenemos por abogado cerca del Padre a Nuestro Señor
Jesucristo, que puede librarnos de esos paganos […].
Alqama mandó entonces comenzar el combate, y
los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las
hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se
lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las
piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa
María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban
y mataban a los caldeos. Y como Dios no necesita las lanzas, sino que da la
palma de la victoria a quien quiere, los cristianos salieron de la cueva para
luchar contra los caldeos; emprendieron éstos la fuga, se dividió en dos su
hueste, y allí mismo fue, al punto, muerto Alqama y apresado el obispo Oppas.
En el mismo lugar murieron 124.000 caldeos, y los 63.000 restantes subieron a
la cumbre del monte Aseuva y, por un lugar llamado Amuesta, descendieron a la
Liébana. Pero ni éstos escaparon de la venganza del Señor.
La batalla de Covadonga vista por los musulmanes (Crónica
de Al-Maggari, Nafh al-tib, siglo XVII)
Dice Isa ben Ahmad al-Razi que en tiempos de Anbasa ben Suhaim
al-Qalbi, se levantó en tierras de Galicia un asno salvaje llamado Belay
[Pelayo]. Desde entonces empezaron los cristianos de al-Andalus a defender
contra los musulmanes las tierras que aún quedaban en su poder (…). Los
islamitas, luchando contra los politeístas y forzándoles a emigrar, se habían
apoderado de su país (…) y no había quedado sino la roca donde se refugia el
rey llamado Pelayo con trescientos hombres. Los soldados no cesaron de atacarle
hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino
treinta hombres y diez mujeres. Y no tenían que comer sino la miel que tomaban
de la dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. La situación de los
musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo “Treinta
asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?” En el año 133 murió Belay y gobernó
su hijo Fábila. El dominio de Belay duró diecinueve años, y el de su hijo, dos.
MAPAS:
Mapa de la zona Astur
hasta el siglo VII.
Croquis
esquemático de la Batalla de Covadonga.
BIBLIOGRAFÍA:
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W. LOMAX, Derek. La Reconquista. España, Ed.
Crítica. 1984.
Bueno Sonia yo no soy historiador y por tanto no se si tu exposición de la Batalla de Covadonga es la mas correcta, aunque veo que te apoyas en diversas fuentes bibliográficas, además de acompañarlo con unas buenas fotografías y mapas del lugar. De cualquier forma de lo que puedes estar segura es de tu contribución a la historia y de que algunos como yo sepamos y conozcamos un poco más el lugar y los acontecimientos de la batalla de Covadonga y don Pelayo.Un abrazo
ResponderEliminarBueno, mi contribución es solamente divulgativa, y la información que he recopilado es muy básica, pero suficiente como para escribir sobre este tema unas líneas y que al menos se aprenda algo. Gracias por tu seguimiento.
EliminarGracias por su aportación. Me encantó!!
ResponderEliminarGracias por su seguimiento.
EliminarExcelente comentario histórico compañera.
ResponderEliminarGracias G.C.
EliminarEstupendo, una verdad ¿cuantas mentiras? Gracias por tu maravilloso trabajo,me quito el sombrero, apasionante, debería llevarlo al cine ¿se nota que me gusta el cine? yo me la bajaría rápidamente jaja un beso Sonia, muchas gracias.
ResponderEliminarjajaja... gracias!!
EliminarBueno, no han salido mis comentarios, volví a leer mi tercera parte pendiente hoy con más tiempo y veo que no están mis modestísimas opiniones del otro día...En fin, Sonia, yo , cuando leo un trabajo así de bien hecho, estructurado, que procura huir de esa cadena que nos ata el conocimiento que es la temida subjetividad, sobre todo cuando se trata de nuestro propio paso por el mundo..... Son hechos, sólo hay una verdad aunque se puedan hacer muchas interpretaciones....increíble las versiones sin fin..lo interesante es poder conocer esos sucesos, apasionante, diría yo...Tu forma de mostrarlos me lleva a comparar la historia con una película, una de las buenas...de esas con muchos extras..jaja Genial Sonia, un abrazo
ResponderEliminarHola Alfmega. Como esta es una entrada antigua estaba pendiente de moderación y hasta ahora no la había podido revisar. Pero ya está, jeje.
EliminarBueno, cuando hablas de una verdad pero muchas interpretaciones, supongo que sólo te refieres al hecho en sí propiamente dicho, por ejemplo, en el caso que nos ocupa, una batalla, la de Covadonga. Ocurrió y las interpretaciones que ha tenido han sido muchas. En mi opinión, todas esas interpretaciones nos acercan más al hecho, pero jamás se sabrá a ciencia cierta todo cuanto pasó.
Y en cuanto a la comparativa de mi exposición sobre la batalla y una película... uff... habría que ponerle el titulillo de "Basada en hechos reales"...jajaja... Gracias por tu tiempo. Saludos!!
Muy buena e interesante entrada. Te felicito por la labor aquí volcada.
ResponderEliminarMuchas gracias Johann, saludos!!
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