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ECO Umberto, El nombre de la rosa. 1988. Barcelona. Ed. Lumen. (1ª edición). |
La novela histórica, tal como entendemos el subgénero actualmente, tuvo
su culminación en el ya lejano 1980, de la mano de un profesor universitario
italiano de difícil asignatura llamado Umberto Eco. Este desconocido ensayista
decidió, como ejercicio de ironía plástica, componer una novela policíaca
enmarcada dentro de las directrices del movimiento neovanguardista literario al
que pertenecía, el Grupo 63. Para
cumplirlo situó la acción en la Italia de 1327, en una abadía benedictina en
medio de la disputa sobre la pobreza de la Iglesia que enfrentaba a los monjes
de la Orden de San Francisco contra su señor el Papa Juan XXII. Este es el
escenario en el que el franciscano Guillermo de Baskerville y su pupilo Adso de
Melk se ven envueltos en una serie de asesinatos apocalípticos concernientes a
un misterioso libro y su funesta posesión.
Todos los personajes principales de la novela de Eco son clichés extraídos
de la novela detectivesca victoriana clásica (una de las premisas del Gruppo 63
era la inspiración en la narrativa y poética anglosajona del XIX) y ni siquiera
nuestro intrépido profesor puede llevarse el mérito de la creación del monje detective, ya que la autora
británica Edith Pargeter comenzó a publicar bajo el seudónimo más conocido de
Ellis Peters, la serie de novelas de fray
Cadfael tres años antes. Así que, con una novela de escasa originalidad,
encorsetada entre las premisas de un movimiento estético-político de vocación
revolucionario, escrita casi para enseñar a los amigos por un novelista primerizo.
¿Cómo podemos sostener la afirmación espetada en el párrafo anterior?
Porque, querido lector, Umberto Eco es un mago. El obtuso profesor de
asignatura impronunciable es, en realidad, un astuto prestidigitador de la
palabra. El incauto doliente de la novela histórica moderna, vapuleado por las
hordas de romanos y templarios, se acercará a la novela atraído por el canto de
sirena de asesinatos, monjes, libros y laberintos que Eco muestra en su mano
derecha, para caer en la cuenta, pasado un rato, en el truco maravilloso y
terrible que el profesor guardaba en la izquierda. Esta es, sin duda alguna,
una novela que atesora muchos niveles de lectura. No se trata solo que la
intriga planteada sea absorbente, los diálogos cinematográficos y los
personajes fascinantes. No se trata tampoco de la abadía fantástica, la
biblioteca maravillosa, ni del fabuloso e iniciático laberinto geográfico. Ni
tan siquiera, si me apuras, importa demasiado el significado del primer y
séptimo del cuatro. Se trata de que, mientras Guillermo y Adso recorren el scriptorium en las tinieblas de la
noche, Umberto Eco te cuenta algunas cosas sobre el Mundo, el Demonio y la
Carne, y por encima de todo, sobre el Medievo, sobre el inmenso conocimiento y
el profundo amor al mismo que el profesor italiano impregna en tinta en cada
página.
Si no has tenido ocasión de leerla, o si sólo conoces la trama por la
digna pero profundamente insuficiente película del director francés Jean
Jacques Annaud, te recomiendo cordial y respetuosamente que te lances a por
ella. Existen ediciones excelentes, con el texto original espléndidamente
adaptado al castellano por Ricardo Pochtar, que incluyen traducción de los
textos latinos, escasos pero enriquecedores para el trasfondo histórico, y un
pequeño ensayo del autor acerca de la novela bastante gratificante titulado Apostillas a El Nombre de la Rosa.
Rescata esta joya del pasado, ávido lector, pero cuidado; no te sorprendas si
al pasar su última página te descubres un poco más desolado que al empezar. Pero El Nombre de la Rosa es, bajo las
sombras de sus sombras, y como no podía ser de otra manera, una inmensa danza
macabra y trata, en esencia, de la futilidad. Y es que, querido e improbable
lector: “stat rosa prístina nomine,
nomina nuda tenemus”.
Una novela excelente, como decís, la anécdota de la historia es superada por la información extraordinaria que Eco te brinda sobre el tema de las luchas entre los sectores religiosos de la época. Para mi gusto la película se quedo mucho en lo superficial, en lo detectivesco y no en lo importante de la historia.
ResponderEliminarMuy buena tu sinopsis.
Saludos.
Vi la película, y me pareció una historia alucinante... no he leído el libro... pero lo haré... es una afirmación.
ResponderEliminarHola Sonia, vi la película hace muchos años, antes de leer el libro. La peli me impactó, ya que la vi con apenas 14 años. Me ha encantado descubrir esas curiosas facetas de su autor!
ResponderEliminarSaludos :)
Hola Sonia,
ResponderEliminarMe encantó la novela, de hecho, a día de hoy, es uno de mis libros favoritos. Me la recomendó un amigo de mis padres que estaba entusiasmado con ella y yo, aunque muy jóven, me metí tan dentro de ella que me impactó. Luego vi la película con pocas ganas a sabiendas que se quedaría corta pero me encantó, para mi Guillermo y Adso siempre serán Sean Connery y Christian Slater.
Un abrazo!!!