
El libro, uno más entre los soportes de la escritura.
¿Qué es un libro? Algo tan
cotidiano y que sin embargo ha atravesado procesos de cambios, relaciones
íntimas con la propia escritura, batallas de supervivencia en el tiempo,
demandas sociales, censuras, enfermedades, creatividad artística a través de
sus ilustraciones…
El hombre ha recurrido a los
materiales que a través de su entorno tenía, y el libro ha sido uno de los
mayores protagonistas de su tiempo. Una necesidad de contener información
relativa al mismo entorno que gobierna al propio hombre (ya sea laico o
secular) y en ocasiones más allá de esos límites, explorando la imaginación de
cada uno, a veces, por derroteros castigados de experiencias, y a veces, por la
inventiva exploradora.
Sin embargo, no es el único
material que se ha usado para contener información escrita. Es sabido que la
mayor parte de la historia de la civilización escrita del hombre recae en innumerables
siglos en los que la escritura ha sido un obsequio relativamente joven en
comparación con las representaciones que el hombre hacía en épocas tabernarias
y que resultan –estas últimas- ser tanto
o más abrumadoras que la propia escritura.
Pero fijar los pensamientos ha
sido una constante del hombre, que ha recurrido a materiales como la piedra, la
arcilla, el papiro, el papel… materiales que la propia ciencia cataloga como
materiales escriptóreos.
Y su forma, también sujeta al
cambio temporal y a la subjetividad que el hombre empeñe en ellos. Sin duda, es
la parte más modificada, pero no la única. No sólo ha cambiado la tipología de
la letra en la escritura, sino también la forma de presentación de dicha
escritura en los soportes disponibles y las demandas sociales, que sin duda,
juegan también un papel importante en toda la Historia del Libro.
Pero aún yendo más allá, arrastra
consigo dos aspectos importantes, dos técnicas asociadas al libro: la
ilustración y la encuadernación. Éstas, le dotan de un espacio y un tiempo
determinado, ya que sin lugar a dudas, el libro no sólo es un objeto, sino
también un contenido cambiante como reflejo de la sociedad a la que pertenece,
evolucionando con las circunstancias históricas, las intencionalidades que
represente, las utilidades que se hagan de él y su función en la vida del
hombre, ya sea a nivel individual o ya sea a nivel social.
En cualquier caso, la aparición
de la escritura sobre soportes escriptóreos supone la eliminación de una
barrera lingüística: la oral. Y al mismo tiempo lleva implícito la necesidad de
que perdure en el tiempo, al igual que la necesidad de poder ser transportada.
Ya hablé al principio de la relación íntima que hay entre la escritura y el
libro, una asociación tan fuerte que hace al hombre, como ser racional,
intermediario único y exclusivo de esa relación.
Y a modo de curiosidad, he de
decir que el libro también enferma, algo que parece paradójico. Recuerdo la
primera vez que oí decir que un ordenador podía tener un virus y la verdad, ya
me imaginaba con el paquete de clines en mano frente a la pantalla de mi PC y
buscándole una abertura para meterle el termómetro. Pero afortunadamente, de
eso hace muchísimos años ya. En este caso, el del libro, enferma por el
material que se ha usado, expuesto a ataques de microorganismos, incluso de
insectos y su enfermedad se propaga por contagio hasta que llega el
restaurador, especialista liberador de su plaga, que los somete a desinfección,
algunas veces, quirúrgicamente, y otras, a través de tecnologías más avanzadas
como el láser.